Destinos
Llegada a Lagos y primer contacto con la difícil situación de Nigeria
Vuelo desde París a Lagos. El vuelo que debería llevarme a Uguelli, cancelado. Accidentado viaje de 430 Km en vehículo por las carreteras de la inmensa red de Nigeria con continuos controles policiales donde es necesario negociar…
He llegado a Nigeria. Mi destino es Uguelli, donde estoy invitado a una boda de una familia nigeriana. Una vez en Lagos (antigua capital hasta los años 70 y la ciudad más importante), descubro que el vuelo que debía coger con destino a Warri (aeropuerto más cercano a Uguelli) ha sido cancelado. La única opción es un vehículo. Desplazarse por Nigeria (algo mayor que España en extensión) es toda una odisea. Tiene una importante red de carreteras, pero los servicios de taxi y autobús son un verdadero caos. La cuestión económica es la que prevalece sobre cualquier otra. Por ello pueden verse antiguos vehículos de taxi con 7 o 9 personas o autobuses y camiones repletos. La opción más segura son las plataformas de servicios de transporte con conductores profesionales que prestan servicios más seguros y cómodos con vehículos modernos. Esta es la opción elegida.
Pero ahí no acaba todo el problema. El estado de las carreteras, la seguridad (la embajada española lo cataloga como “país peligroso desde el punto de vista de la seguridad”) y la corrupción marcan los movimientos por el país que además se encuentra revuelto por una violenta situación política pre-electoral. El terrorismo cuenta con importantes grupos activos que controlan zonas del norte y en el sur, son frecuentes los secuestros “económicos”.
El viaje ha sido toda una odisea. Las carreteras están jalonadas por decenas de controles de policía cuyo objetivo atiende más a la cuestión económica, es decir, pagar para pasar. Cansado de la situación, he adoptado una estrategia tan divertida como efectiva, la de hacerme pasar por un pastor de una de las iglesias cristianas implantadas en el país con lo que he podido eludir el pago en alguno de los controles, eso sí, después de unas sagradas bendiciones “ginesianas”. Es posible que mi físico de abate me ayude a parecer ungido por los efluvios de un alma divina.